Ya a primera vista
tuviste el presentimiento
que tus manos
se ahogarían
que a tu cuerpo
lo carcomería la angustia.
Contasté tu historia con la certeza
que tus palabras serían degolladas
una
tras otra.
Tú
ladrona de la noche
loca de tu dolor,
mecedora de fetos,
almacenadora de torturas.
Partida en dos
por tu propia boca.