lunes, 9 de mayo de 2016

Mamá







Te pregunto cómo dormiste y

me cuentas sin más tu infancia apedreada.



Recorres las heridas de mi espalda

con cada uno de tus recuerdos



Me declaro culpable

cenicienta de tus oídos

sin más pausas que esa tos extraña o

las ganas de ir al baño



Pero tus palabras no siempre llegan

al lugar indicado

se pierden en el camino

en recesos excesivos

que tú llamas

tía María, tío Desaparecido

abuelita madre



Escapo a escondidas con mi hambre

mi paciencia engrandecida

mis temores de romperte

y así pasan los días

sin dejar de amarte.





Apenas digo “buenos días“

y me ametrallas sin saberlo

con tu epopeya de madre arrepentida

que ni dormida callas



Me saludas como en el teatro

y comenzamos a tu modo



Me llamas con otros nombres

a veces soy Anita o

o mejor tu hermana.



Pareciera que mi nombre

te lo hubieran robado

cuando tratas de decirlo.



Me siento como si tuviera seis años

Me miras y sabes que me has abandonado.

Yo me estiro con ganas de quererte

me asusta tu cara perdida

tus manos de obrera



No te quiero como debiera



Es sólo esta manera que tienes de quedarte

la necesidad de que no me abandones.



Quizás es esta boca que no se atreve a pronunciarme.