miércoles, 8 de abril de 2020

Casa sin puertas



Me fui a vivir a esa casa cuando todavía no tenía puertas. Mi hijo me lo advirtió, me dijo: “Mire, mamá, yo me separé de la Lorenza y aún no he comprado muebles. Si usted quiere vivir así, es bienvenida”. Yo le dije que sí, que yo sabía dormir en el piso, sin imaginar qué tan dentro se le puede a uno meter el frío del cemento. Dormí un mes con puras cobijas sobre cartones, hasta que junté para mi cama. No quería seguir viviendo con mi otra hija y mi yerno. Había vivido por un año con ellos y la verdad ya ninguno veía llegar su hora. Por eso cuando mi hijo me contó lo del departamento que rentaba, yo acepté inmediatamente vivir con él.  Ya iría yo ahorrando, pensé para mis adentros, para ponerle puertas y ventanas a la casita del pueblo. Al departamento de la Carmen Serdán, llegué sólo con mi ropa y mis boletos arrugados de Guadalajara, no tenía nada más. Desde que supe que el Jenaro andaba con otra, me juré que no lo volvería a ver. Estábamos casados, pero me salí sin pedirle ni un quinto ni hacer ningún argüende legal. Así, comencé a trabajar como cocinera; yo había estudiado sólo la primaria y lo único que me atrevía a hacer era cocinar. ¡Y lo hice! Si usted quiere, por pura necesidad y ganas de sacarme de la cabezota al Jenaro. ¡Pero lo hice! Tanto me llenaba de gozo levantarme tempranito y abrir las ventanas de par en par, que comencé a vender desayunos en mi casa, para los niños de la escuela. Desayunos que más bien eran para las mamás que pasaban apuradas y sin el lunch para los chamacos. Le digo, señorita, que esta casa, así como la ve, pues me ha llevado diez años construirla. Ahora quiero echarle otro piso y hasta hacerme una terraza. Tengo mi carrito repartidor y voy todas las mañanas a vender fruta y sándwiches afuera de la escuela. En la tarde abro mi local y ahí ofrezco comida corrida. Ya le sé al negocio de la cocinada. No se me ponga triste, señorita. ¡Si yo le contara! Me ha pasado de todo. Buena tarde, señorita. Entonces, ¿cuándo vuelve para la entrevista? ¿Qué me dijo que estaba estudiando? Ándele, que le vaya bien. Y quite esa carita que todavía no me ha violado ningún cabrón.